Por Foro Constituyente

El día 22 de marzo de cada año se celebra a nivel mundial el Día del Agua, fecha que nos invita a recordar la importancia de este elemento para la vida tanto de los seres humanos como de los ecosistemas. En el mundo, aún 2.200 millones de personas (es decir 1 de cada 3 habitantes) viven sin tener acceso al agua potable. En Chile, si bien en las zonas urbanas existe prácticamente un 100% de cobertura de agua potable, no es así en las zonas rurales, donde alrededor de 1 millón de personas (47% de la población rural) no tiene un abastecimiento formal de agua potable.

Lo anterior es relevante ya que, de acuerdo con las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Agua, estas comunidades ven afectado su desarrollo económico, educacional, de equidad de género y de salud, entre otras dimensiones, lo que dificulta la salida de la pobreza. Aparte de los fines domésticos, el agua es necesaria en todos los sectores de la sociedad para producir alimentos, energía, bienes y servicios. Dichos usos también generan aguas residuales que, si no se gestionan adecuadamente, pueden propagar enfermedades e introducir un exceso de nutrientes y sustancias peligrosas en ríos, lagos y océanos. Muchas veces se olvida la importancia de los ecosistemas en generar el agua necesaria para poder cumplir con todos estos requerimientos vitales. Para que eso suceda, una parte importante del agua debe permanecer dentro de los ecosistemas para que éstos se mantengan sanos, pues un ecosistema sano salvaguarda la cantidad y la calidad del agua dulce.

Este escenario nos impone como país grandes desafíos pendientes. Entre ellos están: consagrar y garantizar el derecho humano al agua como un derecho fundamental por parte del Estado, tanto para consumo humano y saneamiento; considerar como uso prioritario del agua el de los ecosistemas; regular la gestión territorial del agua actualmente disponible y la que se tendrá a futuro, ya que hoy en día no se puede planificar sin considerar los efectos del cambio climático en su disponibilidad; lograr una gestión integrada entre aguas superficiales y subterráneas, puesto que el agua no se puede gestionar de manera compartimentalizada. Toda esta planificación debe llevarse a cabo en el marco del ciclo hidrológico, donde todos los procesos están interconectados y deben integrar la variable hídrica, tanto en la planificación de su uso urbano (planes reguladores y seccionales) como en el ordenamiento territorial (Planes Regionales de Ordenamiento Territorial).

El proceso de elaboración de la nueva Constitución nos ofrece una oportunidad única para abordar estos desafíos como país y así lograr avanzar hacia un desarrollo sustentable que nos permita disminuir las actuales desigualdades derivadas del mal uso del recurso hídrico.